Precognición
Un segundo antes de apretar los dientes, el gato
ama
desesperadamente al pájaro que es su presa.
Las
garras clavadas en el cuerpo frágil,
la
respiración agitada de quien se ahoga en su propia sangre,
los
ojos hincando los ojos sufrientes del que yace debajo,
del
que grita y se desata mientras bracea en la bruma,
la frontera entre la muerte y el temblor.
la frontera entre la muerte y el temblor.
Púrpura,
rojo oscuro, sabor a carne lacerada.
Un
segundo antes de morder, el gato
sabe
que está asistiendo a la transfiguración
de la criatura delicada,
de la criatura
toda
plumas, toda calidez, que late y que tirita.
A
esas alturas el quejido se agudiza hasta mojar con saliva
la
sábana, y la lengua rasposa del gato es pura seda.
Un
segundo antes de apretar los dientes voy
a
susurrar palabras sucias en tu oído
como
suelen hacer los predadores de mi especie,
pájaro
mío.
Después
vienen
el estallido y el silencio.
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